viernes, 13 de junio de 2014

El "océano" gigante debajo de la tierra


Alguna vez se han preguntado de donde vienen los océanos? Toda esa agua tuvo que proceder de algún lado, ¿no? Pues un nuevo artículo que se publica mañana en Science, disponible en acceso previo vía web, arroja algo de nueva información al respecto, confirmando una teoría propuesta en marzo de este año.

Resulta que 700 kilómetros debajo de la superficie está el manto terrestre y en el hay una piedra color azul que contiene un “océano” gigantesco. Esto funciona como evidencia de que el agua salió de la tierra y no llegó en un cometa, como algunos geólogos habían postulado. Esto podría, también, ayudar a explicar porque los océanos se han mantenido con casi el mismo tamaño durante millones de años.

Para detectar este cuerpo de agua se mandaron 2000 sismómetros para estudiar las ondas generadas por 500 terremotos. Estas ondas se mueven por el interior de la tierra y se pueden detectar desde la superficie. Midiendo la velocidad de las ondas en diferentes profundidades se puede calcular que tipo de piedra es la que se atraviesa. Así se encontró el agua, porque las ondas tardan más en recorrer piedra húmeda que piedra seca.

La piedra en cuestión es Ringwoodita, un nesosilicato, que fue “crecido” en laboratorio y sometido a las intensas presiones y temperaturas como las que habría 700 km bajo la superficie. Las mediciones experimentales ayudaron a verificar que hay una capa de este material dividiendo el manto, y que la presión y la temperatura son perfectas para extraer el agua de Ringwoodita, “como si estuviera sudando”.

Hasta el momento la evidencia indica que el “océano” se encuentra debajo de los EE.UU, pero próximos estudios quieren demostrar que el anillo de agua se extiende alrededor del planeta. Actualmente un segundo cristal de Ringwoodita se ha encontrado, dando más credibilidad al descubrimiento

sábado, 7 de junio de 2014

Se descubre otro error grave en OpenSSL

El bug Heartbleed no era lo último que le podía pasar a OpenSSL. De hecho, se acaba de descubrir un nuevo y peligroso bug, aunque potencialmente no tiene el alcance del aparecido hace un par de meses.
Explican en The Guardian que la nueva vulnerabilidad fue desenterrada por el investigador Tatsuya Hayashi y permite desencriptar datos sensibles de cualquier otro usuario dentro de una misma red. Obviamente, al hablar de datos sensibles se habla de contraseñas, números de tarjeta de crédito, información personal, y similares.
Por su naturaleza, efectivamente se trata de un problema grave. Aún así, expertos creen que nunca lo será tanto como Heartbleed solo por el hecho de limitar las acciones a una sola red; sin embargo, las redes públicas donde muchos usuarios convergen (bibliotecas o cafeterías, por ejemplo) están expuestas al llamado "Man in the Middle" (Hombre del medio).
"En situaciones de redes Wi-Fi públicas, los atacantes podrían 'espiar' fácilmente y falsificar o encriptar las comunicaciones", explicó el descubridor del problema.
En cualquier caso, para que se pueda efectuar el "traspaso" de datos es obligación que ambas partes tengan la versión vulnerable de OpenSSL. Con uno solo que actualice, la vulnerabilidad se hace no explotable. Menos mal.
Como dato curioso, se indicó que este problema existe en OpenSSL desde 1998 (16 años) y jamás nadie lo había visto hasta ahora. Lo bueno de todo: no será otro Heartbleed.

martes, 3 de junio de 2014

Los huracanes "femeninos" son más mortales que los "masculinos"

Es bien conocido que el mundo parece tener un sesgo de género inclinado al machismo. Podemos encontrar ejemplos en la literatura científica en áreas que van desde de los deportes hasta las redes sociales [PDF]. Pero un campo donde seguramente nadie pensaba encontrarlo es la meteorología y eso es justamente lo que encontró Princeton en un artículo publicado sobre los huracanes.

Para llegar a su conclusión se analizaron los datos sobre muertes y daños de los 94 huracanes del Atlántico que han golpeado los Estados Unidos desde 1950 hasta 2012, poniendo especial énfasis en los nombres de las tormentas. Para evitar problemas con fluctuaciones estadísticas se eliminaron Katrina (2005) y Audrey (1957).

Después se le pidió a un grupo, que no conocía la hipótesis del estudio, calificar los nombres de las tormentas según que tan masculinos o femeninos les parecieran. El estudio encontró que las tormentas con nombres “relativamente femeninos” causaban casi tres veces más muertes que los huracanes con nombres “relativamente masculinos”. Posteriores experimentos en laboratorio encontraron que el unico factor que afectaba el ranking de riesgo dado a una tormenta era su “género”.

La segunda fase del experimento consistió en preguntar a los participantes, explícitamente, que huracán sería más peligroso, uno con nombre masculino o uno con nombre femenino. Los resultados arrojaron una división muy pareja, confirmando que el sesgo de género está implícito en la sociedad y es independiente del sexo.
¿Qué pasó, entonces?

La conclusión del estudio es muy sencilla: por culpa de los estereotipos de género (como el que dice que los hombres son más violentos que los mujeres) la percepción del público sobre el peligro de la tormenta se modificó.

En otras palabras, la gente cree que un huracán con nombre masculino es inherentemente más peligroso que uno con nombre femenino. Entonces, se tiende a subestimar a las tormentas con nombre de mujer; las personas son menos precavidas y, en consecuencia, hay más muertes.

Ésa es la razón por la que estadísticamente un huracán "femenino" es hasta tres veces más mortífero: por una percepción errónea derivada de nuestros prejuicios sobre el género.