Además de la conducción automatizada, otro aspecto que pronto se convertirá en un elemento común de nuestros vehículos va a ser el sistema de transmisión de información "de coche a coche" o C2C. Los sistemas C2C siguen en desarrollo, pero están faltos de un estándar generalizado para que todos los fabricantes apuesten por ello.
Te puedes preguntar qué ventajas tiene contar con un coche capaz de "hablar" con el resto de usuarios de la vía que le circundan. Pues bien, el uso más obvio es el derivado de la conducción automatizada. Que los coches puedan hablar y decirse unos a otros dónde se encuentran y a dónde se dirigen es una buena manera de programar las trayectorias de cada vehículo.
Pero Volvo acaba de anunciar algunos otros usos muy interesantes para esta comunicación.
La idea de Volvo, que se está experimentando con cincuenta vehículos en Suecia, pasa por emplear las comunicaciones coche-a-coche para cruzar información sobre el estado de la carretera. Estos 50 vehículos "piloto" cuentan con sensores instalados que les permiten determinar si hay placas de hielo en el asfalto.
En caso de haberlas, el coche envía una señal a través del sistema para avisar al resto de usuarios de la vía que se dirigen a ese punto en concreto, con lo que éstos pueden prepararse ante el problema que tienen más adelante.
Además, el mismo sistema avisa a los servicios de mantenimiento de carreteras para que tomen las medidas pertinentes para solucionar el problema.
Si haces muchos kilómetros, sobre todo de la mitad de España para arriba, sabrás apreciar este tipo de sistemas. Y es que tener una predicción realista de las condiciones climáticas que vas a tener 50 kilómetros más adelante pueden hacerte cambiar la ruta para, por ejemplo, evitar una nevada en un puerto de montaña, tomando una ruta alternativa.
La idea de Volvo, por eso, nos parece extremadamente interesante. Aunque hay una cara B de todos estos sistemas. Como tantos otros aspectos automovilísticos, la tecnología va por delante de la legislación, por lo que hasta que no haya una normativa de comunicación entre vehículos estándar, será difícil que todos podamos aprovecharnos de estos sistemas.
Por otro lado, favorecer este tipo de transmisiones de información puede abrir la puerta al "Gran Hermano" automovilístico. Con estos sistemas instalados, si no se regula que estas informaciones cruzadas sean anónimas, la DGT podría acabar encontrando una manera de monitorizar constantemente nuestra velocidad en cualquier punto de la vía y multarnos al menor despiste velocístico que tengamos.
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